
Abel Rodríguez (La Chorrera, Amazonas, Colombia, 1941), cuyo nombre ancestral es Mogaje Guihu, es considerado uno de los artistas más vitales y visionarios de la cuenca amazónica. Su práctica ocupa un lugar singular dentro del arte indígena contemporáneo, marcada por un lenguaje visual único y una comprensión íntima y cosmológica de la selva.
La obra de Rodríguez —exhibida ampliamente en museos e instituciones culturales de todo el mundo— no solo constituye una poderosa expresión estética, sino también un valioso archivo epistemológico. Con una sensibilidad excepcional, representa la biodiversidad del Amazonas en toda su riqueza: su flora, su fauna y las entidades espirituales invisibles que habitan sus ecosistemas. Realizados principalmente en tinta sobre papel, sus dibujos surgen de la memoria, reconstruyendo con asombrosa precisión los paisajes de su juventud y el profundo conocimiento ecológico que encierran.
Su saber botánico, transmitido oralmente por su tío, forma parte de una taxonomía ancestral del bosque que entrelaza dimensiones mitológicas, medicinales y ecológicas. En los dibujos de Rodríguez, la observación científica convive con una mirada metafísica: árboles, ríos y cielos no solo se representan, sino que cobran vida dentro de un marco cosmológico enraizado en las tradiciones Nonuya y Huitoto.
El lenguaje visual de Mogaje Guihu —que significa “el resplandor de las plumas del gavilán”— se caracteriza por sus capas luminosas, transparencias sutiles y complejas gradaciones de verde. Su obra subvierte los paradigmas occidentales de la representación del paisaje al rechazar la perspectiva clásica y proponer una espacialidad inmersiva y no lineal. De este modo, Rodríguez invita al espectador a adentrarse en un modelo ontológico alternativo, en el que la naturaleza no se contempla a distancia, sino que se experimenta como una presencia viva y consciente.