Pasos para trenzar un paisaje
El concepto de identidad, así como los límites estructurales de los cuerpos y territorios, han sido históricamente establecidos bajo criterios políticos que poco representan las relaciones naturales, las memorias colectivas o las tradiciones generacionales. El territorio se ha entendido como un espacio geográfico, que debe ser conquistado, fragmentado y dividido, y se ha desconocido su significado simbólico y sus derechos como sujeto.
Las maneras en que habitamos un espacio y la relación que tenemos con nuestros cuerpos humanos y naturales, es lo que permite el reconocimiento de los territorios. Toda creación responde a contextos temporales, geográficos y culturales que permiten que se manifieste el tejido simbólico de los territorios y sus comunidades. Como todo tejido, requiere un entrelazamiento y cuidado para rastrear historias, memorias y sabidurías.
En la vida rural se utiliza el termino de “peinar” un territorio cuando se ha llegado a reconocer y a transitar los lugares y las áreas que lo comprenden. El territorio se vuelve un ser al que es necesario recorrer y reconocer para poder ser habitado. Trenzar ha sido también una herramienta para transmitir historias y mantener las memorias generacionales vivas. Peinar, trenzar, trazar, reconocer y habitar; El territorio se convierte en un tejido que debe ser construido a partir de los rastros y memorias que allí perduran y no a partir de sus divisiones y jerarquías. Memorias históricas y de denuncia que representan las relaciones entre lo moderno y tradicional, lo ancestral y contemporáneo y lo popular y académico mantienen y dan voz a las memorias vivas del territorio.
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