En un Minuto: amigos o enemigos
La sociedad contemporánea se basa en construcciones binarias que excluyen procesos intermedios y resultan violentos. Es necesario trabajar con sujetos que no sean neutrales y encontrar una posición más revolucionaria. La cultura ha ignorado su propia matemática, permitiendo que un sistema binario domine la hermenéutica. Las dictaduras temen a los poetas por el poder oculto de las artes. La historia ha reducido las relaciones a opuestos binarios, mientras que las culturas prehispánicas practicaban el intercambio. Las fortalezas medievales y los muros de contención son una metáfora de los límites entre lo natural e industrial. La Guerra Fría es un ejemplo de cómo los límites fronterizos pueden ser difusos.
La sociedad contemporánea opera a partir de construcciones binarias que por definición excluyen procesos intermedios. Es decir, siguiendo un modelo que elabora nociones que solo se encajan en dos realidades opuestas tales como amor y odio, frio caliente, bueno malo; los sujetos nos hemos perdido entre dos polos invisibles y a la vez violentos. En estos momentos de dicotomía, fragmentación y radicalismos, no encuentro una posición más revolucionaria y alentadora que trabajar con amigos pero lo más importante es trabajar con sujetos que no sean neutrales.
Hay muchas posibilidades entre dos puntos, es decir: la geometría enseña que la definición de una línea es la distancia entre dos puntos y que paradójicamente, esta distancia esta dibujada por un continuo de puntadas. Por lo tanto, la representación bidimensional se basa en figuras que van de un lado para otro dejando un rastro de posibilidades, pero si no llegan a algún lado se convierten en el infinito.
De todas formas, cada punto es el encuentro de dos líneas y en esta medida un discurso, es decir una narración que va de un comienzo a un fin, está construido a partir de un número infinito de aristas, o encuentros entre dos realidades que pueden ser interpretadas de acuerdo a cada individuo. Para Borges existen tantos Quijotes como lectores del Quijote ¿De qué manera y desde cuándo la cultura ignoró su propia matemática y permitió que un sistema binario dominara su hermenéutica?
Las herramientas bélicas, diseñadas en torno al miedo y la paranoia triunfan a partir de crear opuestos. Si una cosa, se opone a otra, elimina el espacio de la posibilidad, la especulación y por lo tanto de la poesía.
¿Por qué las dictaduras le temen a los poetas? ¿Qué poder oculto pueden contener las letras, las melodías o las siluetas?
A partir de un lenguaje que no pertenece a lo humano en la medida que no reconoce emociones aleatorias o histéricas, la historia se ha dedicado a reducir las relaciones entre solo posibilidades binarias.
Las fortalezas medievales y las ciudades amuralladas fueron construidas con la firme intención de impedir el acceso de enemigos y a la vez para obstaculizar la salida de los amigos. Controlar y retener han sido obsesiones humanas que se manifiestan en la arquitectura y en las sociedades. Sagrado/secular, bueno /malo han dejado sin aliento estructuras per-meables en las que lo comunitario puede ser entendido como un tipo de economía válida.
Las culturas prehispánicas practicaban el intercambio como sistema de mercado ya que los conceptos como ajeno y propio se desvanecían en la cotidianidad. Cuando los europeos arrancaron con su proceso de extracción que dejó a unos pobres y a los otros los hizo ricos, clausuraron, a la manera de fortaleza medieval, la posibilidad de existir por fuera de los límites de un sistema económico y religioso, que además sancionaba lo humano de lo inhumano y lo celestial de lo diabólico.
Los muros de contención usados por los ingenieros civiles para detener los deslizamientos de tierra causados por las modificaciones artificiales topográficas, generan una inquietante metáfora sobre los límites entre lo natural e industrial. Estas construcciones que están hechas del mismo material que lo que soportan, pueden ser entendidas como una ale-goría de lo difusas que son las fronteras.
Por su parte, la Guerra Fría que es el legado fantasmal del siglo XX, se encargó de dividir el mundo ya aturdido por el colonialismo, entre otros dos polos; el Comunismo y el Capitalismo. Para que los ciudadanos cubanos no puedan huir de Cuba, por ley se prohibieron todo tipo de embarcaciones. El horizonte desde tierra firme, limpio de humanos, confirma el sentimiento de confinamiento que padecen los habitantes de la isla que además se reitera con el mito urbano de La Habana que cuenta cómo en las noches despejadas se pueden ver las luces de Miami. En Cuba el enemigo es el futuro amigo.
Esta exposición, pertinente a este momento de extremos políticos, propone una lectura heterogénea, múltiple y orgánica de las relaciones humanas. Por medio de este diálogo entre amigos, artistas motivados por la confianza, esta exposición no es una experiencia neutral.
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