El bosque en llamas
Bosque en llamas es la primera exposición individual de la artista Nohemí Pérez (Tibú, Colombia) en Nueva York. A partir de un trabajo exhaustivo de documentación, Pérez activa su memoria emocional para crear una serie de telas dibujadas en carboncillo y bordadas que evocan la naturaleza colombiana. El desplazamiento forzado de comunidades y ecosistemas es una de las tragedias que enfrenta esta región que ha estado sometida a conflictos armados, sistemas de explotación industriales y otras estrategias coloniales que han puesto en crisis tanto su entorno natural como social. La quema de territorios es una técnica usada por los sistemas de poder y de control para apropiarse de terrenos que quedan en desuso tras la devastación. Nohemí Pérez, quien creció en el perímetro de una de las zonas más golpeadas por múltiples tipos de violencia y criminalidad, pone sobre la mesa una discusión pendiente sobre las víctimas directas, pero a la vez invisibles, de este conflicto. Aves, reptiles, insectos y especies vegetales en peligro de extinción son los protagonistas de esta serie.
Bosque en llamas es la primera exposición individual de la artista Nohemí Pérez (Tibú, Colombia) en Nueva York. A partir de un trabajo exhaustivo de documentación, Pérez activa su memoria emocional para crear una serie de telas dibujadas en carboncillo y bordadas que evocan la naturaleza colombiana. Sin embargo, estos paisajes, que podrían ser retratos de un paisaje idílico, son fragmentos de una realidad dolorosa en una guerra cuyas victimas no son únicamente los seres humanos. El desplazamiento forzado de comunidades y ecosistemas es una de las tragedias que enfrenta esta región que ha estado sometida a conflictos armados, sistemas de explotación industriales y otras estrategias coloniales que han puesto en crisis tanto su entorno natural como social.
La quema de territorios es una técnica usada por los sistemas de poder y de control para apropiarse de terrenos que quedan en desuso tras la devastación. Colombia es uno de los países con mayor diversidad de fauna y flora en el mundo . Paradójicamente, esta riqueza biológica, no impide que al día sean arrasadas millones de hectáreas de selva y campo para dar cabida a sistemas de agro industria mas eficientes y competitivos para los mercados globales. Nohemí Pérez, quien creció en el perímetro de una de las zonas más golpeadas por múltiples tipos de violencia y criminalidad, pone sobre la mesa una discusión pendiente sobre las víctimas directas, pero a la vez invisibles, de este conflicto. Aves, reptiles, insectos y especies vegetales en peligro de extinción son los protagonistas de ésta serie que puede entenderse dentro de la lógica de la obra de Pérez, como una continuación de Panorama Catatumbo. El trabajo de Nohemí de retratar la naturaleza comienza como una necesidad de reasignar su memoria. Nacida en Tibú, la selva, los animales y las comunidades campesinas formaban parte de su paisaje cotidiano. Esta presencia continua del mundo natural se ha reflejado en su trabajo tanto conceptual como materialmente. El uso de carbón vegetal, por ejemplo, está ligado a la presencia de explotación de minerales e hidrocarburos en la región.
Las plantas que retrata Pérez son tanto recuerdos como testimonios. Por un lado, Nohemí recorre territorios que han sido azotados por la violencia y que paradójicamente han protegido sus riquezas naturales, y al mismo tiempo, ejercita su memoria emocional para crear relaciones entre las especies naturales y la realidad.
New York
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