Ofelia Rodríguez es una de esas figuras atrapadas entre culturas. Creció en el Caribe colombiano pero acabó desarrollando su carrera en el extranjero. Su obra se caracteriza por un firme interés en mostrar sus raíces tropicales latinas, siendo totalmente consciente de los clichés que conllevan y mezclándolos con temas de género en un lenguaje muy humorístico y pop. Realizó sus estudios en la Universidad de Los Andes a finales de los sesenta y cursó un máster en la Universidad de Yale y algunos estudios en Pratt, así como en París donde en 1978-1979 mostró sus primeros ensamblajes, cajas mágicas, que utilizan juguetes, símbolos religiosos, relojes y objetos de uso cotidiano. A través de su obra Rodríguez crea una simbiosis de la artista que abandona su origen local, y construye una fuerte caracterización del latino en el extranjero, para confirmar su existencia y utiliza intencionadamente el estereotipo de sí misma para dominar su propuesta creativa.
Sus pinturas y cajas involucran fuertes simbologías de lo femenino y lo masculino en su país natal: la condición machista frente a la mujer frívola que subyace en la cultura cotidiana de Colombia. La artista, que se trasladó muy pronto a Londres, exacerba esta retórica visual a través de su obra como una forma de retratar su país desde el extranjero, desde una cultura a la que no pertenece. Es como un manifiesto, una forma obstinada e irónica de gritar: Vengo de la tierra del paraíso, de lo salvaje y del realismo mágico, pero siempre con algo más reflexivo que yace más allá de lo obvio.